Cuatro goles había encajado el Bayern en toda la primera vuelta. Los mismos que le endosó ayer el Wolfsburgo en la vuelta a la competición doméstica confirmando las buenas sensaciones que está dejando este año el equipo de la Volkswagen, que a cada partido que pasa se antoja más difícil de batir, mucho más trabajado, capaz de hacer algo importante, más aún con la llegada al equipo de todo un campeón del mundo como Andre Schürrle. El partido, por cierto, comenzó con el homenaje al fallecido Junior Malanda, al que sus compañeros brindaron un verdadero homenaje durante los 90 minutos, con su compatriota Kevin De Bruyne haciendo un partido espectacular.
Guardiola hizo uno de sus inventos que suele salir bien, colocó a Rode en el lateral derecho para neutralizar las subidas de Ricardo Rodríguez y de, en principio, Caligiuri, aunque la alternancia de banda durante el partido entre Caligiuri y Perisic complicó aún más al ex del Eintracht Frankfurt.
Dieter Hecking, por su parte, puso a Bas Dost en punta, colocó a Arnold en el doble pivote junto a Luiz Gustavo y a Vieirinha en el lateral derecho, lo que dotó de profundidad a los lobos por banda derecha.
Soberbio el partido del Wolfsburgo en los primeros 45 minutos superando en todas las facetas al Bayern. El entramado defensivo de Dieter Hecking superó con creces al conjunto bávaro, en gran medida por el alto nivel de presión mostrado por los de la Volkswagen. En primer lugar dificultando la salida de balón desde la zaga del Bayern, formando un 4-4-2 con esos hombres de arriba cerrando toda línea de pase y, con la colaboración del centro del campo, secando la transición ataque-defensa que debía realizar Xabi Alonso en un partido que para el tolosarra fue una auténtica pesadilla.
En cuanto al ataque, el Wolfsburgo propuso un partido rápido en el que el centro del campo apenas intervenía si no era para ir hacia la banda a dar apoyos. Velocidad y contras que en la primera mitad tumbaron a los líderes de la Bundesliga con la cantidad de espacios concedidos en defensa con un Rode que no estuvo nada cómodo en esa posición que le tocó ocupar. No solo por Ricardo Rodríguez y el extremo que en ese momento estuviera por su banda, sino que le tocó lidiar con Kevin De Bruyne, un apoyo constante en las bandas y un incordio para los dos centrales, Boateng y Dante. Notorio destrozo del belga que se iba a hacer aún más visible en el segundo tiempo.
El ataque de los de Guardiola fue inexistente, la defensa un desastre. Ni unos lograban huecos, ni los otros los cerraban. El 2-0 en la primera parte fue justo. El 4-1 final más aún. El Bayern tras la reanudación continuó sin poder parar los mordiscos de los lobos en una noche realmente aciaga para los muniqueses. La defensa, verdaderamente vergonzosa. El error cometido en el 3-0 no es propio de un equipo de la talla del Bayern, con los dos centrales delante de De Bruyne en campo contrario. Y De Bruyne no perdonaba el 3-0. El gol de Bernat tras el mal despeje de un imperial Naldo provocó el 3-1 aún hacía soñar con la remontada, pero una vez más apareció Kevin De Bruyne para poner el 4-1 tras recortar a Dante. Y para dar un golpe de autoridad aún mayor en la lucha por entrar en la Champions League.